¡Hola!
Me llamo Tyler y estoy en proceso de recuperación a largo plazo del alcoholismo y la adicción. Esta es una versión significativamente abreviada de esta aventura salvaje que me gusta llamar vida. Pero antes de adentrarnos en todo eso, comencemos por el principio.
Crecí en dos hogares llenos de amor, rodeado de afecto, cuidados y compasión. Soy el mayor de cuatro hermanos y pasé mi infancia practicando deportes, saliendo con amigos y viendo dibujos animados los sábados por la mañana. Era el chico ruidoso de la clase, algunos dirían que el payaso de la clase, y hacía lo que fuera para hacer reír a alguien. Crecí queriendo ser jugador de la NBA. Desafortunadamente, mi complexión física no coincidía con mis sueños, así que cambié mi enfoque hacia la transmisión de deportes. Fui a un campamento de verano cuando era niño, donde aprendí valiosas habilidades para la vida, como hacer fogatas, liderazgo y consumir la mayor cantidad de dulces posible sin enfermarme. Mis padres me proporcionaron todo lo que necesitaba y más, preparándome para el éxito.
Pero, como ves, al alcoholismo y a la adicción no les importa nada de eso. Es una enfermedad despiadada que afecta a personas y familias en todo el país, independientemente de su educación, origen cultural, estatus socioeconómico, etc. En cuanto el alcohol y las drogas entraron en mi organismo por primera vez, me puse en marcha. Había llegado. Nada más en mi vida importaba. Las personas más cercanas a mi vida, las que más se preocupaban por mí, eran las que más alejaba. La escuela no era una preocupación, los deportes estaban completamente fuera de mi vida y mis amigos poco a poco se iban distanciando de mi comportamiento errático.
No existe cura para el alcoholismo y la adicción, pero existen herramientas para ayudar a controlarlos. La vida se puso tan mal que estuve dispuesta a escuchar qué opciones tenía disponibles. Siempre hay gente dispuesta a ayudar. Esas mismas personas a las que tanto me esforcé por alejar fueron las primeras que estuvieron ahí para ayudarme cuando les pedí ayuda. Dejé de beber a los 17 años y, gracias a mi red de apoyo, he estado sobria desde entonces. Hace poco terminé mi licenciatura y cambié mi enfoque de una carrera en la transmisión deportiva a una carrera en el asesoramiento sobre adicciones.
La vida hoy en día no es nada menos que un milagro. No siempre es sol y arcoíris, pero la vida no se trata de eso. Se trata de disfrutar los buenos momentos con las personas que amas y apoyarte en ellas cuando la vida te lanza bolas curvas. Siempre hay una solución, siempre hay una salida. La recuperación no solo me devolvió la vida, sino que me permitió tener una vida más allá de mis sueños más locos.
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