Es el 16 de abril, el Día Nacional de Acción sobre la Crisis de Sobredosis. Al llegar a Queen’s Park, me ofrecen una lápida para llevar. “Ryan Klein ‘Batman’ es un individuo fuerte, amaba los autos, siempre dispuesto a divertirse.” Cuando dudo en tomarlo, me dicen: “Tenemos muchos”. Éste va a ser un día difícil.
Es un honor llevar la lápida de Ryan. Ojalá lo hubiera conocido cuando estaba vivo. Ojalá pudiera darles un abrazo a sus padres. Otros padres me ofrecieron sus condolencias. “Oh no, um, mi hijo está en recuperación. Lamento mucho tu pérdida”.
Veo a las heroínas de la reducción de daños, Zoe Dodd y Gillian Kolla, y les doy un abrazo. Agradecerles su incansable trabajo. Me agradecen por venir. “Honestamente, los mítines no son lo mío. Pero hemos estado tocando puertas cortésmente durante más de dos años. Y nada cambia”. Triste asiente con la cabeza.
Duele que ningún MPP haya venido a expresar su simpatía o a ser testigo de todo este dolor y pérdida.
Unos doscientos de nosotros caminamos en una procesión fúnebre por University Avenue. La policía nos ha cerrado todos los carriles en dirección sur. Frente a mí puedo ver la cima de una de las torres de oficinas donde, en lo que parece otra vida, trabajé durante más de una década como abogado fiscal y de planificación patrimonial.
Me acuesto en medio de University Avenue, frente a las oficinas del director médico de salud de Ontario, David Williams. ¿Quién sabría su nombre dadas las pocas veces que se ha pronunciado sobre esta crisis? Al levantarme de mi primera “muerte”, veo a Sheila Jennings, otra abogada, consolando a Irene Reilly-Paterson. Ambas son miembros de Moms Stop the Harm.
Finalizamos nuestra procesión en las oficinas de Health Canada. Irene lee un poema “Los recordamos”. No hay un ojo seco en la casa. Estallan bombas de humo rojas y nos dispersamos.
La ironía me golpea cuando veo las noticias unas semanas después sobre la manifestación provida en Queen’s Park a la que asistieron tres MPP.