
Por: Joanne Helm
Un día muy frío de este año, llegué a casa del trabajo, me senté en la cama con lágrimas en los ojos y le pregunté a Dios: ¿por qué yo? Créanlo o no, una voz en mi cabeza resonó: ¿ por qué no tú, Joanne?
Como muchos de ustedes, me tomé la enfermedad mental de mi hijo, su automedicación, su adicción, sus mentiras y sus robos como algo personal. Sentí que me lo estaban haciendo a mí, para hacerme daño, tal vez para castigarme. Recordé toda la indignación, la incredulidad y la ira habituales que experimenté durante sus años de crecimiento, tratando de ver en qué me había equivocado. Me pregunté cómo su hermana había resultado ser una joven tan maravillosa, amable, generosa y trabajadora.
Luego leí algo de drug-free.org que decía:
“Si decidimos repensar y reformular nuestro lenguaje, permitiremos que las personas con una adicción recuperen más fácilmente su autoestima y busquen tratamiento con mayor comodidad, permitiremos que los legisladores asignen fondos adecuados, permitiremos que los médicos brinden un mejor tratamiento, permitiremos que las aseguradoras aumenten la cobertura del tratamiento basado en evidencia y ayudaremos al público a comprender que esta es una condición médica y debe tratarse como tal”.
Se me encendió una luz y me di cuenta de que esto no me lo están haciendo a mí. No se trata de mí, la madre, ni de un padre, ni de una hermana, ni de un hermano, ni de mi cónyuge ni de mis abuelos. Se trata de un ser querido que tiene un problema de salud grave. Sí, nos duele, pero es su dolor el que sentimos. Lo que intento decir es que nuestra autocompasión no puede ayudarlos. Si hemos hecho todo lo posible para conseguirles la ayuda que necesitan y la rechazan, eso no significa que tu Dios o tu universo no te ame o te esté castigando.
Recuerda que el amor propio y el cuidado personal son primordiales en este momento. Quieres estar presente cuando tu ser querido se recupere, más saludable y sanando del largo y duro camino que ha recorrido. Luego, con una sonrisa y un corazón lleno de alegría, puedes decir: ” Dios o el Universo, gracias. Lo logramos”.
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